lunes, 16 de marzo de 2009

Una mujer de derechas risueña e inquieta


Se llama Esperanza Aguirre y simboliza muchas de las sorpresas que Rajoy se puede llevar, no así, su “amado” Alberto, que le tiene bien cogida la catadura a la presidenta de la Comunidad.
La sorpresa no es cuánto dinero tiene o cómo lo gasta con sus hijos y su tapado marido o la inimaginable riqueza que concentra en las familias Aguirre y Gil de Biedma sino cómo persigue incansablemente el puesto del registrador para encumbrarse un día a la presidencia del Gobierno.
Dice el Libro de la Felicidad –compilación médico-científica y astrológica- que existe una ciencia de la fisonomía aplicada a las mujeres y a los hombres. Así, si eres mujer risueña e inquieta, te manifestarás ardiente y lujuriosa, si eres de paso corto y rápido, te manifestarás impaciente y con prisas… ¿Dónde se manifestará la presidenta regional? Es seguro, que con su vanidad católica nacional, Gallardón ha probado la visceralidad de la dama, en esas grescas escabrosas que tanto gustan a la mandona política, tan ensalzada por el bien pagado Sánchez Dragó en su catequesis televisiva de Diario de la Noche de Telemadrid. Pero, además, pasada de votos, la cursilona millonaria, se ha convertido en la representación más genuina de la ultraderecha, blandiendo la casta tradición religiosa frente a los intentos renovadores de los centros sanitarios públicos para paliar agonías o reclamando el fuero del Catecismo para que las sociedades sigan siendo tan cerradas como antañazo pues, la educación de los niños, es sólo propiedad del Dios de los de siempre, de los de toda la vida. ¿Y si tal Dios no existe? Da igual, nosotros- dicen- lo inventamos.
Se acerca la Navidad y Esperanza retira hasta el niño Jesús cejudo del nacimiento, simplemente, porque no le gusta su aspecto. Prefiere al Mesías de siempre, con su rostro angelical y todo ese fondo que sólo los de su clase saben apreciar.
Esperemos que el PP no gane las próximas elecciones y preparémonos para que la Aguirre ni se asome a las siguientes, pues lo más rancio de una derecha violenta y acosadora, vendrá con ella y ni tan siquiera podremos visionar la dulzura de aquellas Trece rosas rojas que murieron porque, sencillamente, amaban la libertad.
Ahora, mientras Rajoy pone una vela a Dios – él mismo- y otra al Diablo – Gallardón-, a la sibilina señora de la que hablamos, le crecen en demasía hasta las oscuras raíces de un cabello que necesita mucho color rubio dorado y es que, su pensamiento de fémina resabiada, se concentra, tórridamente, en el deseo irreprimible de querer ser algún día presidenta del Gobierno, lo que conlleva, primero, ser alternativa a Mariano Rajoy, dejándole en la cuneta después del tejemaneje sin intención, y, segundo, al demonio de sus interioridades –ese Mesías tan cejudo de la alcaldía madrileña-, en el inventado Infierno del delirante fundamentalista de la Spe salvi, o sea, Benedicto XVI.
Mientras tanto, la vanidosa por doquier, se da una “vuelta” en bicicleta por el patio de la Real Casa de Correos, entre las carcajadas de los niños que asistían a la entrega de los Premios CECOMA. Eso sí, la risueña tintada, dejaba ver al voyeur que siempre está, hasta la carnosidad del medio muslo en la inquieta pedalada de su feminidad. No son medias, son enteras, hasta podría decir la candidata.

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