lunes, 16 de marzo de 2009

Rajoy promete lo imposible


Después del premeditado engaño de Irak – descubierto por las actas de Crawford y, ahora, por las declaraciones del entonces primer ministro portugués, Durao Barroso -, el PP debiera saber que Rajoy nunca va a ser presidente de Gobierno. Es un aviso a navegantes para que se prepare el próximo equipo que quizá, sin mentiras, pueda llegar a la Moncloa en 2012. Existen muchas razones que amparan aseveración tan contundente.
En primer lugar, Rajoy conocía con detalle la operación de agresión a Irak (así, se ha venido manifestando él mismo defendiendo la doctrina de su líder Aznar, cosa, que otros políticos del PP – Rato, Gallardón y otros – no lo hicieron e, incluso, se opusieron, en su momento, a la invasión del país islámico.
En segundo término, ha mantenido a dos políticos, Acebes y Zaplana, que jamás comprenderán ni asimilarán la verdadera naturaleza de los nacionalismos que, además, de ser una realidad contrastable de nuestro país, implican un derecho histórico que nada ni nadie puede cuestionar. Tanto es así, que los populares exigen el derecho a aprender en castellano como si las lenguas se pudieran usar como arma de combate político. Las lenguas, no lo olvidemos, que siempre han coexistido en nuestra realidad social, son demasiado importantes para que unos advenedizos de la controversia siquiera opinen.
Por último, sabiendo que Rajoy es registrador – cuya función, al igual que la de los notarios, es inscribir y dar fe, de unos actos que realizan los ciudadanos y por los que perciben cuantiosas cantidades de dinero, función, que debiera ser asumida en su totalidad por el Estado a través de funcionarios públicos para evitar el gasto que nos supone a todos a favor del bolsillo de esos colectivos privilegiados -, poco o nada debe saber de que si se reduce un impuesto el dinero que no entra en las arcas públicas por esa vía, por fuerza, ha de entrar por otra, quizá, peor y más agobiante que aquella. Rajoy lanza premeditadamente una oferta ambigua cuando propone la exención de un tramo de 16.000, lo cual nos costaría unos 25.000 millones anuales, que, además, no reduciría en nada los elevados costes sociales y que, por supuesto, incrementaría los impuestos indirectos (gasolina, electricidad, gas, alimentos varios, etc.) y los impuestos autonómicos y los locales, incidiendo en los jóvenes y las viudas y, en una clase media que es la que más soporta la persecución fiscal. Es decir, Rajoy nos propone la cuadratura del círculo: reduzco impuestos (directos o indirectos) sin tener que renunciar a los servicios de los que disfruta la ciudadanía. ¿De dónde sale el dinero? ¿De su querido primo? Ni el más tonto se lo cree. Es una pura falacia electoral imposible de cumplir que está atentando contra la inteligencia de los que votan.
Señor Rajoy, si sigue así, además de no ser presidente, le crecerá la nariz como a Pinocho y, usted, sabe bastante de engaños. El pueblo es llano, pero no es tonto.

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